Cómo arruinar tu vida en la cena de Navidad de la empresa (I y II)

Una versión ampliada de este ensayo se publicó por entregas en diciembre de 2014 en Neupic. Ilustra: Íñigo Navarro.

La cena de Navidad consiste en veinte botellas de vino que se van sirviendo a seis comensales a un ritmo fervorosamente acelerado, tan solo interrumpido por algunos entrantes salados y seis polvorones. La mezcla de polvorón y vino con los chistes de Lepe del contable de la empresa hace que los comensales enloquezcan y busquen su salvación en el whisky, la poesía, y el amor. Llegado ese momento, están salvados, pero sólo de los polvorones y de los chistes del Lepe. El whisky les acompañará toda la noche, no así la poesía y el amor, que se irán a dormir tan pronto como lo haga el contable, incapaz de meterse en cama más tarde de las once.

“QUIERO UN DESPIDO”
Asistir es un primer paso. Pero no lo es todo. Si realmente quieres fulminar en una noche toda tu carrera profesional, debes medir cada paso, y pasártelo lo bastante bien como para que no haya duda alguna de que estás despedido. Puedes estar seguro de haber sido cesado si amaneces confuso, en prisión, con el jefe amordazado en el maletero del coche, o tratando de sacarle un selfie a un cubata en la fotocopiadora que hay bajo las cámaras de seguridad de la planta baja.

UN COSQUILLEO
Se identifica de inmediato a un trabajador que desea ser despedido porque siente un cosquilleo especial entre la ingle y el coxis al escuchar las palabras “barra libre”. Se identifica a un trabajador coñazo porque saca de inmediato papel y bolígrafo y multiplica el número de empleados por la estimación en euros de los cubatas que caerán por barba y las horas previstas de fiesta y después se lleva las manos a la cabeza. El trabajador coñazo, como indica hábilmente su propio nombre, no merece ser despedido, sino ascendido a algún puesto que implique quedarse sin vacaciones durante todo el año.

EL GRUPO DE WHATSAPP
En todas las empresas hay una serie de empleados conocidos como “profesionales de las cenas corporativas” (PCC). Son tipos cuya única función en la empresa es montar y administrar el grupo de WhatsApp que coordina aquellos detalles ilegales, impropios, y delirantes, que se producen después en las fiestas de empresa. Conviene incluir a todo el mundo en este grupo. Es un error evitar a los jefes. En ocasiones, en última instancia, la única forma de lograr un despido es insultar veladamente al jefe en el grupo de WhatsApp.

LA FECHA
La cena de empresa de Navidad suele celebrarse un martes o un miércoles para no coincidir con otras cenas de empresa de Navidad que también se celebran un martes o un miércoles para no coincidir con otras cenas de empresa de Navidad que también se celebran un martes o un miércoles. Etcétera.

EL VESTUARIO
Ha llegado el momento de la cena y no sabes qué ponerte. Si quieres acelerar el ritmo de las cosas y solucionar rápido el problema, no te pongas nada. Si prefieres hacer la faena de otro modo, vístete de funeral, y ponte un toque de color rojo: la corbata para los chicos, ni idea para las chicas. Añádele también a tu vestuario algo verde –calcetines, medias o burka-, si además de navideño quieres parecer gilipollas.

LA CENA
Lo único que diferencia la cena de empresa de Navidad de un banquete nupcial es que al final los jefes no se besan. En principio. Si lo hacen es probable que lleven también la corbata anudada en la frente, hayan ascendido a cinco o seis becarias en la primera hora de cena y estén a sólo un par de whiskys de dejarse diez veces tu sueldo en el casino de Torrelodones. Con jefes así es difícil lograr un despido por borracho, así que procura mantenerte sobrio, plántate mañana en tu puesto de trabajo treinta minutos antes de la hora y llama al móvil a toda la cúpula directiva varias veces entre las 6:50 y las 9:35 de la mañana para darles malas noticias sobre la marcha económica de la compañía.

EL DILEMA DEL PANECILLO
Admitámoslo de una vez por todas. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es su panecillo. Expertos en protocolo debaten todos los años sobre este asunto en la conocida Cumbre Mundial del Panecillo (World Summit of Panecillo) sin alcanzar acuerdo alguno sobre el platito de pan que corresponde a cada invitado, si el de la derecha o el de la izquierda. De modo que tan pronto como decidas tu sitio, procura morder ambos, y evitar así el mal trago posterior. Si no te aclaras con los cuchillos o cucharas y no sabes si son tuyos o del comensal contiguo, puedes también chupar toda la cubertería de la mesa. En general es de muy buen gusto resolver esta clase de enigmas sociológicos de cualquier manera, siempre que sea irreversible y puedas hacerlo en menos de veinte segundos.

“¿EL SEÑOR VA A QUERER VINO?”
No dejes que te lo pregunten. Afírmalo. Recuerda que estás en una misión.

LA COMPOSTURA
Si quieres ser despedido como un caballero, mantén la compostura y evita aquellas cosas que te harían parecer un futbolista celebrando un título, no precisamente universitario. Procura no hablar más de lo que comes. Bebe agua con moderación. Trata de no mirar fijamente a ninguna chica más tiempo de lo que lo haría el pescado que está ahí muerto en la fuente. No escupas a nadie lo que no te gustaría que te escupieran a ti. No bailes con el pavo de Navidad. Y, en síntesis, no hagas nada que no harías en presencia del Fiscal General del Estado.

LA ESPERA
El error clásico de los trabajadores que no logran perder su puesto de trabajo es demorar demasiado la pérdida total de dignidad y retrasar cualquier operativo de autodestrucción para la hora del baile. A esa hora a nadie le llamará la atención nada, excepto que te pongas a leer a Dostoievsky en mitad de la pista de baile mientras le pegas largos tiros a una cachimba, y hablas en latín a grandes voces.

EL APERITIVO
Si de verdad quieres quedarte en paro has de comenzar a trabajártelo desde el aperitivo. Hay un montón de frases desafortunadas que pueden decirse en voz alta al comienzo de la cena. Corear el nombre de la competencia y abrir hostilidades con canapés voladores no ha fallado nunca a ningún exempleado. Y aprovechando la música del cóctel de bienvenida tienes también una oportunidad de oro para sacar a bailar a la hija del jefe y asegurarte así un despido ágil y tan procedente como fulminante. Sobre todo si se la arrancas de los brazos al marido y eterno candidato a heredero del emporio.

“VOY A SINCERARME CON USTED”
La mayoría de los directivos y cargos intermedios pierden su puesto en la cena de Navidad por culpa de la distensión. Se trata de esa sensación que te lleva a creer que el jefe está deseando escuchar tu opinión sobre la marcha de la compañía. Entonces le hablas de igual a igual, como si tuviera alma. Es una sensación potenciada por las copas. Cualquier ataque de sinceridad con el jefe en la cena de Navidad de la empresa supone quedarse sin trabajo, incluso aunque el jefe parezca que está borracho y no se entera de nada. Es posible que no se entere. Pero –buenas noticias- será tu último día en la compañía. Los jefes disponen de un generador autónomo que les permite, incluso ebrios, retener información relevante durante los siguientes quince días a una juerga.

LA RETIRADA
En algún momento tendrás que irte. Si sabes que estás despedido, querrás quedarte a celebrarlo pero no hay nada más peligroso que adornarse en una noche así. La mayoría de los empleados que logran un despido en la cena de Navidad y se quedan con sus compañeros y jefes a celebrarlo terminan siendo readmitidos por esos mismos jefes al segundo o tercer donuts, durante el desayuno de fin de fiesta. Así que si logras tu despido, pon cara de ameba intoxicada, y sal corriendo.

ASEGÚRATE UN PASADO
Publica todos tus logros de esta cena de Navidad en las redes sociales y ponlo en tu historial académico. Que lo sepa todo el mundo. No sea que algún otro idiota se le ocurra contratarte. Incluso aunque hayas logrado tu despido, es importante que pongas mucha atención en esparcir tu leyenda negra, en forjarte un buen pasado; de otro modo, la tonta inercia de la vida te llevará a asegurarte un futuro. Algo que muy probablemente termine degenerando en alguna clase de trabajo, tormento siciliano, o intercambio doloroso de bienes o servicios, sin respeto alguno por el primero, fundamental y más importante de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “todo quisqui tendrá derecho al eterno descanso”.

BIBLIOGRAFÍA EMPLEADA
Díaz, Itxu y Lucas, Pato. El apasionante lenguaje de las amebas. Ediciones Prescindibles, Kinshasa 1990.

Larsson, Stieg. Los hombres que no amaban sus puestos de trabajo. Futuro Editorial, Norrköping, 2020.

Noel, Papá. Cómo acabar colgando de los balcones. Korvantunturi Utgaver, Bergen, 2005.

Reina, Pepe y Capdevilla, Joan. Es fácil bailar con la copa en el hombro si sabes cómo. World Cup Editions, Johannesburgo, 2010.

Tse-Tung, Mao. El libro cojo de Mao. Amputés Éditorial, Saigón, 1977.

Tsé-Tsé, Mosca. El descanso. Editorial Año Sabático, Dodoma, 2014.

Tsé, No lo. Protocolo en clases de preparación al parto. Editorial Momentazos, Austin, 1960.