Intervención completa de Itxu Díaz en el Foro La Región del lunes 8 de junio

11243715_561959083944572_4829954326602144056_nItxu Díaz ofreció el pasado lunes la conferencia ‘El humor en la prensa española’ y presentó su libro ‘Aprende a cocinar… mal’ en el Foro La Región, en Orense. A continuación, la intervención completa:

Me hace ilusión estar aquí esta tarde, porque tengo un vínculo especial con la ciudad de Orense, que he tardado tiempo en identificar y descubrir. Ahora por cosas de la vida firmo felizmente una página dominical en La Región. Pero eso empezó en el 2013 o 2014. Antes, hace 70 años mi abuela y su hermana estudiaban en esta ciudad, en el célebre Instituto del Posío. Un poco más cerca en el tiempo, en los años 60, mi madre comenzó a estudiar en las monjas Carmelitas. Me ha insistido en que diga que jugaba a diario en el parque San Lázaro, así que voy a decir que jugaba a diario en el Parque San Lázaro. Mi madre no nació aquí, sino a unos 30 kilómetros, en una aldea llamada Marce, lo que no sé si explica que algunos más tarde me hayan considerado un poco marciano. Como sea, mi origen está en las preciosas vistas del Encoro dos Peares, mezcla del Miño y el Sil, y punto de partida de la Ribeira Sacra, lo que sin duda explica mi posterior amor al vino.

Por lo demás mi padre nació en Valladolid y vivió entre La Coruña, Ribadeo, Gijón, Madrid, Melilla y Ferrol. Mi abuelo nació en Sevilla, antes de instalarse en la aldea lucense de Marce, que es más o menos lo mismo pero sin sevillanas, sin la giralda, sin manzanilla, sin Triana, pero con un lacón con grelos / que hace brillar los ojos / perder el sentío / a todo el pueblo entero / y a la Virgen del Rocío. El recorrido de mi abuelo, es bastante similar al de mi padre, y el de mi abuela, también bastante movido: un poco madrileña, muy valenciana, que hizo de La Coruña una ciudad para vivir, y de Ribadeo un paraíso para soñar. A propósito, que es como alicantina pero nacida en Francia, aunque vivió en Madrid, en París, en Melilla, en Valladolid, en La Coruña, y en Tapia de Casariego, que recuerde. Quiero decirles con todo esto que a mi la cosa esta de la sangre y lo identitario me parece, como decimos los de Manhattan, una carallada. Yo creo que uno al final no pertenece a lo que le dice su sangre, uno es de donde sangra. Y yo sangro en España, pero siempre que me dejan sangro toscano perdido, que nada me gusta más que sangrar allá donde se pone el sol de la Toscana, con buena pizza, mucho silencio, poca prisa, y vino viejo. Pido poco.

Será por ese soul toscano, tímidamente perezoso, que la única manera que he encontrado de no trabajar es dedicarme al periodismo. Seguía los pasos de Belén Esteban pero algo se torció por el camino. Y ahí me tienen, al pie del cañón, cada semana, contando cosas. Escribo y sobre todo escribo, y cuando hablo escribo, y cuando sueño, escribo. Luego ya, para poder comer, me dedico a dirigir periódicos y opinar en tertulias de radio y televisión.

Descubrí un mundo de otro color cuando supe que se podía ganar dinero sentado en una silla y navegando por Internet. No fue fácil. Tuvimos que inventarnos unos estudios de Periodismo, que a falta de enseñarte a manejar la petaca de whisky por debajo de la mesa, a tirarles los tejos a las becarias sin que resulte demasiado evidente, y a fumar en los baños de la redacción, se limita a instruir a los chicos sobre la importancia del lenguaje, el derecho a la información, y la historia. Todo ello resulta muy práctico cuando te envían a cubrir un suceso tan extraordinario como que un rayo ha matado a una vaca. Villanueva del Comodín.

Un periodista con carrera titularía del siguiente modo: “Un rayo mata a una vaca en Villanueva del Comodín”

Un tipo sin estudios de Periodismo titularía del siguiente modo: “Un rayo mata a una vaca en Villanueva del Comodín”.

A la vista están las diferencias.

 

He querido hablarles hoy de periodismo, de humor, de literatura.

Es de sobra conocido que Valle-Inclán odiaba al Nobel Echegaray. Cuentan que acudía a todos sus estrenos, solo para criticarlos; que ya me parece una genialidad. En uno de ellos se hablaba en el teatro de una mujer que tenía “nervios de acero bajo una piel de seda” y Valle no pudo más, se levantó de su butaca y gritó: “¡Eso no es una mujer! ¡Eso es un paraguas!”.

Si hablamos de prensa española y de humor, hay que hablar de Jardiel Poncela. Fumador incansable, habríamos disfrutado mucho con sus comentarios ahora a costa de las leyes antitabaco. Era también un genio detectando la estupidez, que es una plaga que se extiende por España a gran velocidad. Acostumbraba Jardiel a fumar con boquilla, excentricidad de artista muy de su tiempo. Un día en un bar, se le acercó un tipo, intelectual, sin duda, y le preguntó si empleaba la boquilla como método para alejarse del tabaco. Jardiel miró con desdén y le dijo: “No señor. Lo hago para que los imbéciles me lo pregunten”.

España ha sido siempre tierra de ingenio. Agustín de Foxá trabó gran amistad con el escritor italiano Curzio Malaparte. Estando un día en una reunión de amigos, con Curzio pontificando sobre el bien y el mal y casi sin dejar a hablar a nadie, Foxá le interrumpió con una gracieta ingeniosa que hizo reír a todos los presentes. Curzio, gentilmente, le dijo: “Mira, de no ser Malaparte, me gustaría ser Foxá”.

A lo que respondió el genio español: “Pues a mí, de no ser Foxá, me gustaría ser Bonaparte”.

Acaban siempre tristes los del humor… Foxá es buen ejemplo de ello. De las plumas afiladas salen a veces los grandes momentos de la poesía más melancólica. Me van a permitir que les lea esto del mismo Foxá que hace un instante nos ha hecho reír:

 

Y pensar que después que yo me muera,                  

aún surgirán mañanas luminosas,                

que bajo un cielo azul, la primavera,           

indiferente a mi mansión postrera,               

encarnará en la seda de las rosas.               

Y pensar que, desnuda, azul, lasciva,                       

sobre mis huesos danzará la vida,                

y que habrá nuevos cielos de escarlata,                   

bañados por la luz del sol poniente              

y noches llenas de esa luz de plata,              

que inundaban mi vieja serenata,                 

cuando aún cantaba Dios, bajo mi frente.               

Y pensar que no puedo en mi egoísmo                     

llevarme al sol ni al cielo en mi mortaja;                 

que he de marchar yo solo hacia el abismo,            

y que la luna brillará lo mismo                     

y ya no la veré desde mi caja.

 

En fin. Ya lo ven. Un satírico.

 

Otro que empezó muy feliz y acabó muy triste fue Larra. No por casualidad, comenzó como columnista costumbrista, divertido crítico satírico, y terminó pegándose un tiro a los 27 años. Bien es cierto que antes había escrito más de 200 artículos en ocho años, lo que es razón más que suficiente para pegarse una docena de tiros.

Era otro tiempo y las revistas de humor eran de humor. En octubre de 1956 sucedió un hecho insólito y extraordinario en la prensa española. La revista satírica La Codorniz, con Alvaro de Laiglesia al frente, lanzaba un extraordinario con gruesas letras: “La Codorniz declara la guerra a Inglaterra”. Ya en páginas interiores se anunciaba que los ingleses tendrían una oportunidad de renunciar a sus insolentes costumbres en una cumbre de urgencia: “La Codorniz convoca urgentemente la conferencia de Aravaca, como prueba de su buena voluntad para buscar una solución pacífica al conflicto”. En el siguiente número se daba cuenta de “El fracaso de la Conferencia de Aravaca”. “La intransigencia inglesa coloca al Reino Unido en un callejón sin salida pero La Codorniz no vacilará en acudir a las armas”. Como muchos recordarán, La Codorniz anunció después el inicio de la guerra y proclamó por todo lo alto su primera victoria sobre Inglaterra: “En la batalla de Pozuelo las armas de La Codorniz triunfan bellamente”. Los ingleses no comparecieron al enfrentamiento de Pozuelo, lo que llevó al periódico satírico a lanzar su decisivo dictamen sobre la escisión del ejército inglés: ¿Se desmorona el imperio británico? Quizá”. Y quizá.

 

Esto lo contaba Alfonso Ussía, maestro y amigo. Visitaba por primera vez el arzobispo de Canterbury los Estados Unidos. Momentos antes de embarcar rumbo a Nueva York, le aconsejaron prudencia con la prensa norteamericana, que es muy peligrosa, y, en caso de duda, que responda con una pregunta si no está seguro de lo que debe responder. El buque arribó en Nueva York. Una nube de periodistas esperaba al arzobispo que, nada más pisar tierra, se puso a disposición de los periodistas. Uno de ellos le preguntó. “¿Qué opina Su Gracia de la cantidad de casas de putas que hay en Manhattan?”. El arzobispo recordó la sabia recomendación de su asesor y muy tímidamente preguntó: “¿Hay en verdad muchas casas de ésas en Manhattan?”.

Al día siguiente el periódico del osado reportero daba la noticia de la llegada a Nueva York del arzobispo de Canterbury: “Lo primero que hizo el arzobispo al pisar Nueva York fue preguntar: “Hay muchas casas de putas en Manhattan”. Así es la prensa, así somos a veces.

Los periodistas tenemos mucho peligro. Pero el mayor peligro siempre es cuando nos plegamos al poder. Cuando nuestras ideas pueden más que el sentido común. La oposición franquista se hacía más visible en la Universidad. Muchos periodistas querían caer simpáticos al régimen y ponían especial empeño al manejar con cuidado las noticias que llegaban de revueltas universitarias. Recoge Ussía que en 1966, La Tarde de Tenerife destacaba a grande titulares: “Normalidad estudiantil en Barcelona”. E inmediatamente después ampliaba la información diciendo: “Las clases continúan suspendidas”. Una normalidad parecida asomaba de tarde en tarde por el Diario Ya, que titulaba “Normalidad en la jornada universitaria”. Ya en el texto nos explicaba el alcance de la normalidad y se leía: “Presentan su dimisión el decano, vicedecano, y secretario de la Facultad de Derecho”.

A veces se llega al humor por confusión. Y así llegamos a la gastronomía. Era el I Concurso de Tortillas de Patatas en Arandio, en Vizcaya. Se publicaban las bases en la prensa y las condiciones para participar no podían ser más claras: “Las patatas y el aceite los pone la organización, pero los huevos los deberá llevar cada concursante”.

Y ya que estamos en la cocina les contaré que he venido aquí a presentarles un libro. Se titula Aprende a cocinar lo suficientemente mal como para que otro lo haga por ti. Para cocinar mal es importante dominar el terreno y en esto debió pensar el gobierno hace unos años, cuando subvencionó el Basque Clunary Center para crear una facultad de Ciencias Gastronómicas. Tuve entonces ocasión de proponer un temario que fue muy celebrado por alumnos y profesores, y que he incluido en este libro. A grandes rasgos:

Entre las troncales del primer curso de Ciencias Gastronómicas destacan Fundamentos del Ingenio Culinario, Introducción a la Ciencia Gastronómica, Teoría del Asado, Psicología de la Alimentación, Huevos I, y Geografía Culinaria. Entre la bibliografía recomendada para estas asignaturas nos encontramos “La tortilla española en el periodo de entreguerras”, “Meterse en harina”, “Otra hamburguesa es posible”, y “La importancia de acertar en el puntito de la bechamel”.

En los cursos segundo y tercero se lleva a cabo una inmersión en la cocina creativa, potenciando la especialización en diversas materias. Destacan las asignaturas Teoría y Ciencia del Guisante, Lógica Aplicada a la Limpieza de Fregaderos, Huevos II, Espumas Conceptuales, Técnicas Avanzadas de Caramelización de Cualquier Cosa, Historia de la Restauración –la de comer-, Introducción a la Paella de Valencia, y Milhoja General.

En los dos últimos cursos de estas Ciencias Gastronómicas se ofrecerán asignaturas complementarias como Ingeniería y Arte de la Propina, Técnicas Avanzadas de Cocina Nuclear, Huevos III, Sistemas Gastronómicos, Historia Moderna y Contemporánea de los Postres y Pasteles, Teoría de la Panadería Aplicada, Cocinar en Euskera, Hornos I, Hornos II, Hornos III, Hornos IV, Hornos Microondas, y Altos Hornos.

Entre las optativas nos encontramos materias como Introducción al Puntito de Nieve, Perspectiva Clásica del Churrasco, Compatibilidad en el Mismo Plato, y Dialéctica de las Batidoras. Termino mencionando las asignaturas de libre configuración: Estética del Huevo Frito, Salsas, Biología del Queso, Aproximación a las Albóndigas, Sociología de la Vergüenza del Gallego, Trigonometría del Baño María, Introducción a los Chopitos, Procesado del Cocido Madrileño, e Historia Ilustrada del Chorizo Español.

Cabe señalar que esta última materia no tiene nada que ver con lo que ustedes están pensando.

En Aprende a cocinar… mal he querido hacer un repaso al mundo de la cocina desde todos los ángulos posibles. Comienzo con una historia de la gastronomía. Así arranca el libro: “La cocina la inventaron los hombres primitivos al descubrir que estaba más sabroso el jabalí muerto que vivo”. Quiero decirles con esto que en estas páginas descubrirán muchas cosas que no conocían.

Y presto gran importancia a las definiciones. Veamos por ejemplo, qué es un frutero: “Hay dos tipos de fruteros. El que está lleno de naranjas y el que está lleno de naranjas. Si tiene piernas y habla, es un frutero, échelo de casa. Si no tiene piernas y no habla, es un frutero, puede quedarse”. Tengan en cuenta que hay fruteros y fruteros. Y morteros. Me preguntaban hace unos días si el mortero puede considerarse un elemento básico en la cocina. Con toda seguridad, es el elemento más importante de la cocina. Sobre todo si vive usted en un país en guerra.

Tengo la suerte de acudir a degustar algunos restaurantes con mi amigo, el veterano periodista gastronómico Víctor de la Serna. Él que ha tenido el arrojo de poner en riesgo su prestigio escribiendo el epílogo de este despropósito que acabo de arrojar a las librerías, me ha hablado en alguna ocasión de la importancia de las materias primas. Razón por la que he decidido incluir en el libro un capítulo dedicado a montar una granja, y a gestionar tu propio huerto. Vacas, perros, cerdos, gallinas… todo tiene cabida en este libro, con el fin de convertirle en un inútil en los fogones. A propósito, para que vean hasta que punto mi obra ha alcanzado las cimas más inesperadas, dedico un capítulo a explicar cómo se esquila una oveja. Y ustedes se preguntarán qué tiene que ver esquilar una oveja con el mundo de la cocina. Bien. Yo también me lo pregunto.

Ahora que he mencionado el epílogo no puedo dejar de hablarles del pintor Íñigo Navarro. Es un lujo que ustedes pueden disfrutar cada domingo en La Región, en compañía de mi artículo. Creo que soy el único columnista que tiene la suerte de que le ilustre un pintor, o al menos un pintor de su categoría. Él ha tenido la gentileza de ilustrar también este libro y eso es un gran aliciente para disfrutarlo. Vean si no estas ilustraciones…

También es un libro práctico. «Platos para enamorar a tu futura esposa» contiene las dos grandes claves para que surja el amor: el mousse de chocolate y la coctelería. Pero mi capítulo preferido, en donde el libro se vuelve todo un manual de autoayuda es el dedico a espantar a esos amigos gorrones que se meten en casa a ver el fútbol y esperando que cocines tu. Propongo recetas infalibles para espantarlos: conejo vivo a la guindilla –nunca me ha fallado-, Pollo a la pirotecnia –una receta que es la bomba-, o merluza cocida con patatas cocidas (sin sal). En realidad, cualquier cosa con bajo nivel de colesterol espanta a tus amigos golfos a la hora del fútbol. Aunque sin duda el repelente natural y definitivo para amigos gorrones que se enquistan en el salón de tu casa es la cerveza sin alcohol. Una receta de una crueldad infinita.

Termino el libro, y mi intervención, con un repaso a las cocinas del mundo. No voy a hacerlo ahora porque eso nos llevaría muy lejos. En concreto, nos llevaría a China, Turquía, Alemania, Francia, Estados Unidos o la Antártida, que son algunos de los países cuyas costumbres y recetas examino en estas páginas.

Sirva solo un ejemplo para terminar y para exponer los elevados conocimientos que el autor tiene sobre la materia culinaria, esta definición de un clásico de la gastronomía oriental, el “Rollito de primavera”: “Cuando una china y un chino se enamoran pero no llegan al verano como novios”.

Como ven, este libro es una caja de sorpresas, y no les queda más remedio que incluirlo en su biblioteca; que no crean que se lo digo porque tenga yo algún interés en ello, no vayan a pensar… De cualquier modo, estoy convencido de que les hará pasar un buen rato este verano.

Son todos ustedes muy amables. Muchas gracias y hasta la próxima.

Itxu Díaz

Orense, 8 de junio de 2015.