La camisa hawaiana

Esta columna de Itxu Díaz fue publicada originalmente en La Región el  10 de julio de 2015. Ilustración: Íñigo Navarro.

En tiempos de guerra, la camisa hawaiana es un arma disuasoria extraordinariamente eficaz. El primero en emplearla con este fin fue Thomas Magnum, detective televisivo de los 80, que la utilizaba como repelente natural de facinerosos cuando se quedaba sin munición. Los malos caían hipnotizados ante la amalgama de tonos y motivos isleños, y Magnum, rápido como un corzo que llega tarde a su boda, acostumbraba a rematarlos con un buen puñetazo. Con intención de facilitar el movimiento oscilatorio armónico simple del guantazo, las auténticas camisas hawaianas que se emplean en las series de televisión de detectives son siempre de manga corta. Las que no se emplean en las series de televisión de detectives también, pero eso ya forma parte de su idiosincrasia, que es una palabra que me apasiona porque zanja cualquier tipo de discusión.

En Hawái se distingue al turista del hawaiano por la intensidad de los colores de su camisa. El extranjero acostumbra a verter todo su espíritu vacacional en la fuerza de esos colores, haciendo que a su paso por los parques las ardillas sufran infartos y se desplomen desde lo alto de los árboles, algunos satélites y receptores GPS confundan sus señales, y las hormigas evacuen la isla en fila india con la seguridad de que un temible volcán ha entrado en erupción y su lava roja fluye por las calles.

Los locales, sin embargo, apuestan por los motivos polinesios en sus camisas, pero dejándose llevar por colores base mate, crema, o azules y rojos desgastados. En efecto no son tan llamativos, pero es que mientras cientos de turistas están ejerciendo como tales, los hawaianos a menudo están trabajando, no solamente mirándose las camisas unos a otros. Nuestro traje oscuro es su atuendo mate con palmeras. Salvando las distancias, que son un huevo, porque Hawái está francamente lejos. De hecho, está tan lejos que si tuviera que indicarles cómo ir andando ahora mismo no sabría decirles si deben salir de casa y tirar a mano derecha o a mano izquierda. Me parece que se tarda lo mismo.

EL DISEÑO
La camisa de turista, ya sea en Hawái, en Bombay, o en cualquier otra canción de Mecano, es siempre de manga corta, cuello pequeño, botonadura tropical –generalmente abierta hasta los aledaños del ombligo- y combina estampados con palmeras, flores, o coloridos motivos abstractos, con desiguales fondos dominantes con una característica común: en libertad, estos tejidos lanzan un chillido similar al que emite el murciélago cuando se engancha los huevos con un cable de alta tensión; accidente por otra parte muy común entre los quirópteros, con los que me solidarizo en este momento por esta causa, ante la indignante pasividad del Gobierno, la Unión Europea, y las instituciones benéficas.

VESTIR
Para el turista, nuestra verdadera preocupación en estos Usos y Costumbres del Verano, la camisa hawaiana es algo más que una prenda de vestir, es una forma de ver las vacaciones, y un clarísimo reflejo del interior. Vestirla es muy conveniente antes de salir de viaje, acompañada de un sombrero de playa, un pantalón corto, y unas sandalias de esas que muestran al mundo los percebes como en una lonja de la Costa de la Muerte.

COMBINAR
La camisa hawaiana es muy sencilla de combinar porque no combina con nada. Así que vístela con lo que te de la gana y no preguntes.

TALLA
Ha de comprarse pensando en que uno va a meter en su interior a toda la familia, y que incluso en esa circunstancia sea posible abrochar dos o tres botones sin que se rasgue la tela. No desesperes si ocurre el desastre. Una camisa hawaiana rajada en tiras se convierte al instante en una falda hawaiana.

CRÍTICAS
Los insultos hacia quien utiliza camisas hawaianas en verano nacen de la envidia. La mayor parte de la gente querría tener el valor de vestirse una de ellas, por la misma razón que la mayor parte de las chicas desearían poder bailar en la playa con un bikini de cocos, un montón de collares de flores, y una falda de colorines pasada previamente por un destructor de documentos. La gente envidia al turista que hace lo que quiere, porque casi todo el mundo está muy ocupado haciendo lo que tiene que hacer. Incluso cuando están de vacaciones. Y eso que tienen que hacer jamás es lo bastante divertido como para vestirse una camisa azul celeste y blanca adornada con un estampado de cangrejitos amarillos y ponerse a dar botes por la playa.

La mejor forma de repeler las críticas por llevar una camisa hawaiana es montarte en el Ferrari 308 GTS, abrir fuego en todas las direcciones y pisar a fondo el acelerador. A Magnum le funciona.

LIGAR
Son conocidos en todo el mundo mis estudios sociológicos sobre cómo ligar más y mejor en los meses estivales. En ocasiones he sostenido que es imposible conquistar a la chica de tus sueños en un contexto playero. Y es cierto. La arena, el sol picante, y la fiambrera con empanada de chorizo son incompatibles con el amor. No obstante, hoy estoy en condiciones de asegurar que existe una excepción. Ningún varón, de vacaciones en alguna isla del Pacífico, que se haya paseado por la orilla con una excéntrica camisa hawaiana se ha quedado sin ligar. El mar está lleno de peces de colorines hawaianos buscando pareja desesperadamente.

COMPLEMENTOS
A este tipo de camisa turística le van bien los collares de conchas, las pulseras de flores, y en general toda la carta de coctelería. Solo hay una cosa más elegante que una camisa hawaiana y un daiquiri, y es una camisa hawaiana y dos daiquiris.

OTRAS FUNCIONES
En zonas de Miami, los detectives recomiendan vestir siempre estas camisas. No se trata de un consejo estético sino práctico. Eso hace más fácil detectar los cadáveres de sus clientes en el mar o entre la maleza. Dependiendo del modelo y de la intensidad de sus brillos fosforitos, estas prendas son visibles desde la Estación Espacial Internacional, lo que propicia que sea más sencillo que nunca localizar a un turista perdido en medio de la selva amazónica. Particularmente, no he vuelto a perder el iPad desde que lo enfundé en una camisa hawaiana. Me dispongo a hacer lo propio con mi cuenta de ahorros.